sábado, 1 de agosto de 2009

El socialismo no es negociable en Cuba

Enrique Ubieta Gómez
Acabo de escuchar las palabras de clausura de Raúl del tercer período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional. Solo quiero referirme a un aspecto de su discurso que aplaudí con plena convicción: el socialismo en Cuba no es negociable. Cambios habrán, como cambios hubo en la historia de la Revolución cubana; pero la expectativa sibilina de los gobiernos que nos tienden la mano con la intención de “convertirnos” a su fe, está condenada al fracaso. Cuba puede decirlo en voz alta: somos el mundo –nosotros que dimos y estamos dispuestos a dar nuestra sangre, y nuestros conocimientos, y nuestra esperanza por otros--, podemos conversar con todos y respetar a todos, a cambio de respeto. La llamada transición española es inaplicable en Cuba, porque en España nunca hubo transición: el capitalismo fascista se trasmuta en capitalismo “democrático” cuando el totalitarismo salvaje del mercado puede sustituir –al menos por un tiempo--, el control estrictamente policial. Y vuelve a ser restablecido –parcial o plenamente--, si los intereses trasnacionales y oligárquicos se ven amenazados. No existe “democracia representativa”, en el sentido burgués del término. La democracia es ajustada y controlada por una “legalidad” cuya misión es garantizar la reproducción del sistema. Por eso, como ocurre hoy en Honduras, esa legalidad es invocada cuando la democracia, estrictamente apegada a su esencia, propicia resultados no contemplados. América Latina es un gran laboratorio: el pueblo ha llevado el concepto de democracia representativa a sus límites, de manera que empieza a aparecer nuevamente la opción fascista, por mucho que se disfrace de “golpe suave” o se enmascare tras subterfugios leguleyos. La sonrisa “inteligente” de Obama es un holograma del sistema, un acto de prestidigitación: cuando desaparece el humo del escenario descubrimos a los mismos personajes de ayer conspirando contra nuestra esperanza. El socialismo no es negociable, así que cesen de una vez los abrazos interesados y los consejos envenenados. Esto era lo que quería comentar hoy.

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