lunes, 19 de mayo de 2014

El mismo cuento y el mismo collar

Oscar Sánchez Serra
Granma
No hay que darle más vueltas a la noria, ni enredarse en la madeja de especulaciones, lo que ha ocurrido en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) con Alfredo Despaigne y el pasaporte falso con el que se dice fue inscrito en esa entidad por el equipo Piratas de Campeche, en el cual milita en la presente temporada, nos lleva a una sola lectura: el pelotero cubano para jugar béisbol fuera de su país está obligado a renunciar a este.
Y lo tiene que hacer porque una ley federal estadounidense así lo dicta, no importa donde lo haga o quiera hacerlo, pues esa norma legislativa, obsoleta y rechazada casi por todas las naciones del mundo, es también extraterritorial. Esa ley es la del bloqueo económico, comercial y financiero de hace más de 50 años.
Una medicina para salvar la vida de un niño no puede venir de un laboratorio estadounidense, ni tampoco de una entidad similar en cualquier punto del planeta, si existe la más mínima relación con la nación más poderosa de la tierra. Un banco, dondequiera que esté, es multado con cientos de millones de dólares si tiene una transacción de un peso con el Estado cubano. Un pelotero que no se vaya de la Mayor de las Antillas o deje a su equipo en medio de una competencia internacional, corre igual suerte. Esta situación no sucede con ningún otro deportista en el mundo, solo ocurre con los atletas cubanos.
National Association, a la cual está afiliada la LMB, es un organismo que regula las ligas y los equipos de las Ligas Menores, que a su vez depende de la oficina del Comisionado de las Grandes Ligas de Estados Unidos. Es por ello que la LMB tiene que cumplir con el requisito de que para que un pelotero cubano pueda jugar en México debe tener pasaporte de un país diferente al nuestro. Es así de sencillo.
Para colmo, cuando el pelotero quiere probarse en esas lides o en otras de muchísima más calidad como la propia Major League Baseball y obtener los dividendos según su destreza y es forzado a renunciar a su país, entonces sí le buscan pasaportes de todo tipo, sean falsos o no, lo mismo si hacen falta tres, cuatro o cinco, con el risible argumento de que están saltando a la libertad. ¿De qué libertad se habla?
Si un pelotero cubano viaja legalmente a Estados Unidos por la fortuna o lotería de que le otorguen un visado en La Habana, y quisiera jugar en la MLB o Grandes Ligas, tendría que someterse al Draft, especie de escalafón cualitativo, sin que eso le dé un boleto automático a los suntuosos escenarios de las bolas y los strikes. En cambio, si agarra ilegalmente una lancha, pasa por los peligros del tráfico de personas o tiene la suerte de caer en cualquier costa sin esos riesgos, entonces ancla en la próxima temporada sin escala.
En este cuento del pasaporte falso, la relación con Des­paigne y el béisbol de nuestro país, la organización Piratas de Campeche, en su declaración del 15 de mayo, dice en su segundo punto que: “Las Instituciones Deportivas de Cuba, en especial la Federación de Béisbol, son absolutamente ajenas a los hechos”.
El propio Enrique Rojas, destacado y experimentado periodista dominicano de ESPN, gran conocedor, además, del béisbol mundial y del cubano, quien puso al descubierto la actual trama, afirmó en una entrevista ayer para Progreso Semanal que “sería injusto decir que la Federación Cubana estaba enterada de que Alfredo Despaigne estaba registrado en la Liga Mexicana como beisbolista dominicano usando un pasaporte falso. Eso no lo sabemos. Lo que sí resulta inexplicable es que a todos los otros peloteros cubanos les impidieron jugar en la liga porque no tenían residencia de una segunda nación —que perfectamente pudo ser la residencia mexicana— y a Despaigne sí lo dejaron jugar. Alguna explicación debió dar la Liga Mexicana para explicar la excepción. No sé si lo hicieron”, expresó.
“Para un cubano jugar debe presentar alguna documentación que avale que reside o tiene la nacionalidad de otro país”, dijo el pasado jueves Plinio Escalante, presidente de la Liga Mexicana de Béisbol.
¿Entonces por qué se les acepta a los Piratas de Cam­peche la inclusión del cubano? ¿Sabía Piratas que esa regulación existía, como dicen otras fuentes, desde el pasado año?
Despaigne salió de Cuba y lo hizo con su pasaporte oficial, No. XO18019, y con un visado vigente y toda la documentación en regla ante las autoridades mexicanas en nuestra capital, aseguró a Granma Higinio Vélez Carrión, presidente de la Federación Cubana de Béisbol.
Y claro que las autoridades deportivas cubanas y su federación de béisbol son ajenas al presunto fraude, entre otras cosas, porque siempre han actuado con los principios éticos y morales por delante de cualquier premio, sea una medalla o una montaña de dólares.
Lo que sí no nos es ajeno, a las autoridades deportivas, a la Federación Cubana y a los que tenemos que ver con el béisbol, es la negociación con la LMB, no por considerarla de menor cuantía o calidad, sino porque en condición de especialistas responsables, esas entidades debían saber a lo que nos exponíamos con una relación de este tipo.
Había que preguntar a la parte mexicana cómo se iba a establecer esa relación si se conocía de los impedimentos que hacen subordinarse a esa Liga a los designios de las Grandes Ligas y, por lo tanto, ser sujeto de la aplicación de las arcaicas, enajenadas y espurias leyes estadounidenses contra Cuba.
La verdad ha sido y será el bastión donde radica la fuerza, la transparencia y la moral de la Revolución. Hoy tenemos dos peloteros en equipos japoneses y ya se ha anunciado por la propia Federación Cubana que existen otras negociaciones sobre la mesa, lo cual no hará otra cosa que incrementar la persecución de nuestros jugadores donde quieran que estos se desempeñen.
Ni Cuba ni sus peloteros le temen al béisbol profesional, sus jugadores están aptos para cualquier Liga, incluso deseosos de probarse. Ya en 1999, al regreso de los atletas cubanos del juego con los Orioles de Baltimore, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, había asegurado que tenemos las cualidades para inscribir un equipo en las Gran­des Ligas.
Y es cierto, atributos nos sobran, pero para ello nuestras autoridades han de exigir en cualquier cancha o terreno deportivo igualdad de condiciones, como mismo ha reiterado el compañero Raúl en cuanto a las conversaciones con el Gobierno de Estados Unidos. Y el béisbol no es menos, por el contrario, es mucho, pues constituye  una de nuestras más nítidas expresiones de nacionalidad y cubanía.

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